Cardenismo en el desierto: Rodolfo Sánchez Taboada y los gobiernos en el Territorio Norte de la Baja California entre 1935 y 1944

Daniel Alejandro Carrasco Pérez.

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

Universidad Autónoma de Baja California

Licenciatura en Historia.


Resumen

Esta ponencia está centrada en los gobiernos del Territorio Norte de la Baja California de 1935 a 1944, lapso durante el cual se promovió el cardenismo en la región en múltiples ámbitos. Remarco la administración del general Rodolfo Sánchez Taboada (1937-1944), quien forjó relaciones con Lázaro Cárdenas a partir de las giras electorales de 1932-1933, por ser una de las que produjo las mayores transformaciones económicas y sociales en la región, además de ser la más prolongada del conjunto estudiado.  A través de la revisión del reparto agrario, la colonización con mexicanos del interior y repatriados y la “mexicanización” de Baja California, intento trazar puntos de relación entre este periodo de su historia y la conversión del Territorio Norte a nueva entidad federativa de México, formalizada el 16 de enero de 1952. Más allá de ofrecer alguna respuesta definitiva, concluyo proponiendo algunas líneas de exploración que pueden ser el origen de nuevas investigaciones.

Palabras clave: Sánchez Taboada, Cardenismo, Reparto agrario, Baja California, Federalización


En 1963, Milton Castellanos Everardo, quien sería gobernador constitucional de Baja California de 1971 a 1977, propuso la colocación en Mexicali de una estatua de cuerpo entero, sobre una base de mármol, del exgobernador del Territorio Norte de la Baja California, Rodolfo Sánchez Taboada. Dicha intención fue cuestionada por algún sector de la opinión pública, según consignó el entonces abogado, que argumentaba su falta de méritos para recibir un homenaje póstumo de tal calibre. Así pues, Castellanos se vio “precisado a salir en defensa” del general y su monumento en potencia, mediante la publicación de dos cartas apologéticas en el periódico El Mexicano durante ese año.[1]

 A la develación de la estatua de “[un hombre] querido y respetado por muchos”, el 26 de marzo de 1963, acudieron Luis Echeverría, como secretario de Gobernación del presidente Adolfo López Mateos; el gobernador de Baja California, Eligio Esquivel Méndez; el gobernador de Sinaloa y los alcaldes de Mexicali, Ensenada y Tijuana, así como una delegación de 500 habitantes de los últimos dos municipios.[2]  El monumento se ubica actualmente en los tramos iniciales de la carretera federal no. 2 Mexicali-San Luis Río Colorado, y es símbolo de confluencia de dos generaciones de políticos mexicanos. A esta relación se integra Lázaro Cárdenas, quien fue presidente de México de 1934 a 1940 (los últimos tres años con Sánchez como hombre fuerte en el Territorio Norte) e implementó una serie de programas para comunicar a las penínsulas de Baja California y Quintana Roo con el resto de la nación.

El homenajeado es un personaje que ha levantado admiraciones y repudios entre las y los bajacalifornianos desde los años de su gobierno, transcurrido entre 1937 y 1944, y más allá de este. Milton Castellanos reconoció que el general poblano fue una suerte de padrino político, a quien conoció a finales de la década de 1940, cuando vacilaba en su decisión de contender por una diputación federal en Chiapas. Señaló que también formó a Echeverría, cuando ambos eran parte de su “estado mayor juvenil”, durante su periodo como presidente nacional del recién conformado Partido Revolucionario Institucional (1946-1952). [3] Otros, sin embargo, no simpatizaron mucho con su figura. Durante su mandato en el Territorio Norte, fueron constantes los señalamientos en torno a cierto autoritarismo en su manera de gobernar, el tráfico de influencias y la aceptación de sobornos. Incluso, se ha dicho que fue él quien dio el tiro de gracia a Emiliano Zapata, al participar en la campaña de Jesús Guajardo en contra de los agraristas morelenses.

La llegada de Sánchez Taboada al Territorio norteño y su administración deben ser enmarcadas entre los siguientes factores: la ruptura de Lázaro Cárdenas con Plutarco Elías Calles y el fin del Maximato; el radicalismo cardenista y la consolidación de las políticas contenidas en el Plan Sexenal; y los esfuerzos federales por desarrollar las penínsulas más apartadas de México, tanto geográfica como social y económicamente. Todo esto durante la década de 1930. Este trabajo se propone esbozar la importancia que tuvo este gobierno territorial a la par de los acontecimientos y proyectos nacionales para el desarrollo de Baja California y, en última instancia, para que se le confiriera la categoría política de estado, proceso que aquí llamamos federalización.

El texto inicia con un apartado comparativo entre algunos aspectos biográficos de Lázaro Cárdenas y Sánchez Taboada. Después, se revisa brevemente el significado del cardenismo nacional y su implementación inicial en Baja California. Posteriormente, se dedica un apartado exclusivo para el gobierno de Sánchez y las acciones emprendidas durante este. Finalizamos con algunas preguntas que pueden originar nuevas investigaciones en torno a la creación del estado 29.

  1. Trayectorias enlazadas

Cárdenas y Sánchez Taboada construyeron su carrera política con el trasfondo de la actividad militar desempeñada durante la etapa más violenta de la Revolución mexicana. Cada uno hizo uso de sus redes políticas y experiencia militar para acceder a los cargos que desempeñaron desde finales de la década de 1920 y, de lleno, en las de 1930 y 1940. Un repaso a sus trayectorias permite comprender cómo y por qué ocuparon sus respectivos sitios en la escena nacional, en años de construcción de la bases políticas, sociales y económicas de un proyecto contemporáneo de país.

Rodolfo Sánchez Taboada nació en 1895, en Acatzingo de Hidalgo, Puebla. Fue hijo de una pareja de agricultores de clase media; su padre fue conocido como el Charro Sánchez y su madre fue Margarita Taboada. La toponimia de Acatzingo nos indica que el nombre proviene del nahua “acatl”, que significa carrizo, derivando a “en el lugar de los carrizalitos”. Originalmente un pueblo indígena y luego novohispano, se transformó en municipio con cabecera en Villa de Acatzingo de Hidalgo, precisamente en 1895.[4]

Cursó su educación básica en el Colegio San José del Hospicio de Puebla y en el Colegio del Estado, siendo en este último donde terminó la secundaria. La carrera de las armas la inició en 1913, apenas cumplida la mayoría de edad. Se unió a las fuerzas carrancistas comandadas por el general Fortunato Maycotte, que combatían al gobierno golpista de Victoriano Huerta, trasladándose así al noreste del país. El 10 de noviembre de 1914 recibe el grado de subteniente e ingresa al Colegio Militar como aspirante al cuerpo médico. Posteriormente, luchó junto al coronel Jesús Guajardo frente a los zapatistas del estado de Morelos. En octubre de 1928, fue ascendido al rango “inmediatamente superior al de mayor de caballería”.[5]

Su participación en la campaña de Guajardo cobraría resonancia más adelante, siendo ya gobernador del Territorio Norte. Fue acusado de participar directamente en el asesinato de Emiliano Zapata en abril de 1919. Como una especie de mito, pero también de discurso político opositor, se decía que había dado el tiro de gracia al líder agrarista. Cuando Lázaro Cárdenas asumió la presidencia y  él se convirtió en pieza política clave para el michoacano, se vio obligado a probar mediante documentación oficial que no había tomado parte en dicho acontecimiento.[6] No obstante, los señalamientos continuaron hasta la década de 1940, en forma de propaganda que buscaba su destitución del gobierno y el ascenso de Baja California a estado de la República Mexicana.[7]

Por otro lado, Lázaro Cárdenas nació en Jiquilpan de Juárez, Michoacán, el 21 de mayo de 1895. Que Sánchez y Cárdenas sean contemporáneos no es un dato menor: habría facilitado la afinidad ideológica, aunque no más que la formación experimentada en el campo abierto. Lo que sí es un hecho es que fue el mayor de 8 hermanos, en una familia encabezada por Felicitas del Río Amezcua, la madre, y Dámaso Cárdenas Pinedo, el padre. Realizó estudios básicos en su ciudad natal y en 1909, a los 14 años, ocupó el puesto de escribiente en la Administración de Rentas local. En los años posteriores, aprendió el oficio de la tipografía en la imprenta La Moderna. Este vínculo temprano con los libros y el trabajo de gabinete le serían útiles a la hora del estallido revolucionario, permitiéndole desempeñar varias funciones extramilitares, además del manejo de armas. En junio de 1913, la revolución entró en Jiquilpan.[8]

 El ascenso de Cárdenas fue meteórico, pues en mayo de 1917 ya había sido nombrado general brigadier. En el marco de la ocupación y liberación de Jiquilpan, se incorporó al estado mayor del general Guillermo García Aragón, como encargado de la correspondencia. Su participación en la batalla de Orendáin, Jalisco, la de Agua Prieta, Sonora y la toma de la plaza de Nogales le valieron notorios méritos. El 17 de noviembre de 1915 ingresó a la Columna Expedicionaria de Sonora y en 1920 secundó el Plan de Agua Prieta. Al cambio de la década se volvió evidente un rompimiento con Carranza y el constitucionalismo, acercándose a la esfera de influencia de Álvaro Oregón y, posteriormente, de Plutarco Elías Calles; en fin, con la camarilla sonorense que manejó los hilos de la política mexicana durante esa década.[9]

En junio de 1920 fue nombrado jefe de Operaciones Militares en Michoacán, cargo muy importante pues dichos jefes eran factor de equilibro entre el poder central y el de los estados, pudiendo debilitar la autoridad del gobernador en caso de ser requerido.[10] Ocupa simultáneamente el cargo de gobernador provisional del estado, antes de que asumiera su amigo y maestro Francisco J. Múgica. En 1921 pasa a dirigir las operaciones militares del istmo de Tehuantepec y en 1925 asume responsabilidades castrenses sobre las Huastecas. En 1928, año en que gana las elecciones para la gubernatura de Michoacán, Calles le confirió el grado de general de división “como muestra de gratitud y apoyo”. Este respaldo fue importante a la hora de enfrentarse a la oposición naciente, como la que representó el general Roberto Cruz, adepto a la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y al propio Calles, quien finalmente abandonó el estado.[11]

Debido a que la información disponible es fragmentaria y poco clara, no sabemos si Rodolfo Sánchez Taboada y Lázaro Cárdenas mantuvieron contacto previo a 1932, año en que el historiador Lawrence Taylor afirma que se produjo un acercamiento entre ambos con motivo de las aspiraciones presidenciales del michoacano.[12] Tampoco se han hallado indicios de actividad política previa por parte de Sánchez Taboada; igualmente, la existencia de algún manuscrito donde el general poblano haya plasmado sus memorias, o incluso de su archivo personal, se mantiene como incógnita.

Sánchez Taboada acompañó a Cárdenas durante sus giras electorales de 1933 y 1934. Lo hizo por el Istmo de Tehuantepec, Chihuahua, Durango, Sonora y Baja California. En Oaxaca, el candidato inauguró una escuela financiada por el militar poblano. Lo que sucedió una vez que Cárdenas se hizo con el triunfo en las urnas es un indicativo de que la relación política entre ambos estaba llegando a una etapa temprana de consolidación. Una vez instalado el nuevo gobierno, Sánchez fue nombrado jefe de la Oficina de Quejas de la presidencia.[13] En este sentido, según Arturo Anguiano, el presidente Cárdenas dispuso que el telégrafo dedicara una hora diaria a la transmisión de las quejas y opiniones de obreros, campesinos y otros trabajadores, sin costo alguno para estos.[14] Si consideramos que Sánchez Taboada fue el encargado de organizar el cotejo y comunicación de dichas quejas en los primeros meses del gobierno cardenista y que el sentir de las clases populares era muy importante para el ejecutivo, podemos entender cómo pasó a ser uno de los hombres más cercanos al presidente, con el subsecuente capital político que otorgaría esa posición.

  1. El cardenismo y sus representantes en Baja California: inestabilidad económica y política

El primer año de gobierno de Lázaro Cárdenas estuvo marcado por las tensiones con Calles y grupos afiliados (como los sindicalistas de la Confederación Regional Obrera Mexicana, CROM), cuestión que desembocaría en la ruptura definitiva entre ambos y el exilio del sonorense en San Diego, California, en enero de 1936. Entre las primeras medidas del michoacano para liberarse de la esfera de influencia del jefe máximo, figuró la reforma que acababa con la inamovilidad de los ministros de la Suprema Corte de Justicia, así como la remoción y sustitución de los mandos militares afines a Calles. El sonorense respondió criticando la “tibia” reacción del presidente con respecto a las manifestaciones obreras y campesinas que se registraban desde 1933. Esto produjo que tales organizaciones se volvieran aún más reacias a la figura de Calles y decidieran sumar su apoyo al nuevo gobierno.[15]

Con la reafirmación de la figura presidencial y el apoyo firme de los sectores obrero y campesino se inició el proceso de su integración al partido de la revolución. Tuvo un papel fundamental la creación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), que coordinó los esfuerzos para “afrontar solidariamente los grandes retos que la realidad nacional venía planteando al proletariado mexicano”, hacer causa común con el Partido de la Revolución Mexicana (conformado en 1938), defender los principios revolucionarios y plantarse ideológicamente contra el fascismo mundial.[16] El carácter marxista de la CTM no fue adoptado íntegramente por Cárdenas, aunque sí existió cierto radicalismo que empataba en algunos aspectos con el pensar de la central. Algunos afirman que el presidente atendió el “inevitable ascenso de la lucha de clases”,[17] mientras que otros sostienen que la alternativa cardenista optó por construir un frente popular y enarbolar el nacionalismo revolucionario para distinguirse del “fascismo o del soviet”.[18] Al final, el gobierno contaba con un amplio frente dispuesto a mantener la unidad política, a cambio de la satisfacción de las demandas agrarias, laborales y de participación política.

En Baja California, esa unión se llevó a cabo de manera accidentada. La razón principal fue la crisis económica remanente de la Gran Depresión de 1929, que a la postre produjo el cierre de muchos “centros de vicio”. Como parte de las múltiples campañas moralizadoras a lo largo del país, los gobiernos federales desde 1920, buscaron restringir la operación de bares, cantinas y prostíbulos, tomando en cuenta que estos atraían clientela y cultura estadounidense, cosa indeseable en el contexto de la aplicación de la Ley Volstead y las relaciones binacionales entre México y Estados Unidos. En tiempos del Distrito Norte de la Baja California, Calles, Obregón y de la Huerta buscaron la “dignificación” de la población fronteriza. Mediante los gobernadores civiles Luis Mauricio Salazar, Manuel Balarezo, Epigmenio Ibarra hijo y José Inocente Salazar (sucediéndose entre 1920 y 1923), ordenaron el cierre de cantinas y casas de juego. Aunque se permitió la operación de algunos para garantizar la entrada de dinero por concepto de impuestos, la prensa nacional difundió los informes sobre esta industria en Tijuana y Mexicali, y respaldó las medidas aplicadas.[19]

Desde 1931, el gobernador Carlos Trejo Lerdo de Tejada prometió a los sindicatos la repartición de alimentos entre sus afiliados y dio marcha a un programa de construcción de obras públicas, en Tijuana y Mexicali, para crear empleos en lo inmediato y dotar a múltiples colonias de servicios públicos básicos.[20]  En febrero de ese año, el Distrito Norte de la Baja California recibió la categoría política de territorio, por iniciativa de su diputado José María Dávila. Sin embargo, esto no se tradujo en beneficios económicos para la región, sino que, incluso, los presupuestos y la recaudación fiscal se vieron afectados por la recesión.[21] Posteriormente, el cierre del casino de Agua Caliente en 1935 y de los casinos de la avenida “A” (actualmente, avenida Revolución), provocó altos niveles de desempleo y protestas con un alto nivel de organización.[22]

A la problemática anterior se tuvo que enfrentar Gildardo Magaña, designado por Cárdenas como gobernador del Territorio en septiembre de 1935. Magaña alcanzó el grado de General de División y fue una pieza importante del zapatismo y el cardenismo. Desempeñó cargos en la Convención Revolucionaria y a la muerte de Zapata fue nombrado jefe del Ejército Libertador del Sur. Entre 1925 y 1935 se desempeñó en la Secretaría de Guerra y Marina hasta que Cárdenas lo convocó para desarrollar su proyecto en el noroeste. Oficialmente, abandonó la gubernatura de Baja California en febrero de 1936 para contender por la de Michoacán, su estado natal. Falleció en este cargo en 1939.[23] Durante su breve gestión, el gobierno federal creó la Comisión Mixta Intersecretarial para diagnosticar las condiciones económicas y sociales en las que se encontraba Baja California y ofrecer soluciones. La Comisión adujo cierto “agringamiento” de la sociedad fronteriza que era importante erradicar; recomendó también la construcción de nuevas carreteras (como la del tramo de San Vicente-San Felipe, nunca concretada) y el traslado de las oficinas de pesca de San Diego y San Pedro, California, a Ensenada.[24]

Desde su campaña presidencial, Cárdenas había ideado una serie de proyectos que tenían como finalidad la integración de los Territorios Norte y Sur de Baja California y el de Quintana Roo. El 28 de septiembre de 1936 pronunció un discurso desde Palacio Nacional, después titulado Exposición […] sobre la reconstrucción integral de los territorios, en el que delineaba el proceso que habrían de seguir estos con miras hacia su federalización. Sus puntales eran el fortalecimiento de la identidad mexicana en las zonas fronterizas, el impulso económico e implementación de la reforma agraria, el mejoramiento de las comunicaciones con el interior y el poblamiento de zonas magramente habitadas con colonos mexicanos, sobre todo en Baja California.[25]

Después de la salida de Magaña, Gabriel Gavira ocupó el cargo en febrero de 1936. Gavira nació en la Ciudad de México, en marzo de 1867, donde aprendió los oficios de ebanistería y carpintería. Se trasladó a Orizaba, Veracruz, donde abrió un taller e inició su actividad política, siendo afín a Madero y al antirreeleccionismo. En 1911, Madero lo nombra jefe de operaciones militares en Veracruz. En 1915 participa en el resguardo de la Ciudad de México a la llegada de los zapatistas; fue gobernador interino de San Luis Potosí en septiembre de ese año. Después de desempeñarse como general carrancista, entre octubre de 1923 y febrero de 1934 es presidente del Supremo Tribunal Militar, cargo que abandona para cumplir su comisión en Baja California. A su salida, funge como cónsul en San Antonio, Texas y se retira del ejército y de la vida pública en octubre de 1937.[26]

Gavira se rodeó inmediatamente de la figura de Juan Julio Dunn Legaspy, empresario, prominente político ensenadense y figura del PNR en el Territorio. Lo nombró delegado del gobierno en Ensenada, para inconformidad de la Cámara de Comercio de Ensenada, con la que mantenía una disputa política y económica añeja. Esto produjo roces entre cromistas y afiliados a la naciente CTM, puesto que los primeros contaban con el apoyo de la Cámara y los segundos eran respaldados por Dunn y el movimiento cardenista. Los cromistas, además, se movilizaron para exigir que se designara a un gobernador oriundo del Territorio y no alguno del interior del país; las notorias protestas crearon un entorno de difícil gobernabilidad. En 1936, erigieron uno de los primeros Comités Pro-Estado y enviaron una petición a la Secretaría de Gobernación y el Congreso de la Unión para solicitar que se declarara a toda la península como un nuevo estado de la Federación. La demanda fue finalmente frustrada por otro grupo que deseaba la partición de la península.[27]   


Durante este término, la Colorado River Land Company (CRLC) firmó un contrato con la Secretaría de Agricultura y Fomento (fechado el 14 de abril de 1936), en el que se comprometía a vender el remanente de su latifundio a potenciales colonos del interior. Se dotaría a cada familia de un máximo de 150 ha. para cultivo y pastoreo. Distintas comunidades formadas dieron lugar a cuatro comités agrarios (Miguel Hidalgo, Guadalupe Victoria, Francisco Javier Mina y Michoacán de Ocampo) que luego se adhirieron a la Federación de Comunidades Agrarias, o Campesina.[28

Ante la salida de Gavira, a mediados de agosto, Cárdenas decidió colocar en la gubernatura a un hombre fuerte, que mantuviera el orden social y permitiera desarrollar el plan de recuperación para Baja California. Ante el temor de que los cromistas pudieran ser apoyados por Calles, quien vivía unos kilómetros al norte, fue seleccionado el general Rafael Navarro Cortina, quien había escoltado al sonorense hacia su exilio y era sujeto de la confianza del presidente.

El proceso de desintegración de la CRLC habría de ser lento; a esto se sumaron eventualidades como el caso de Mexicali, cuyo delegado anunció que, de inicio, solo repartirían 500 ha. a razón de 4 por familia. Esta decisión motivó el afamado Asalto a las tierras, el 27 de enero de 1937, consistente en la ocupación de varias parcelas de la CRLC por parte de agraristas michoacanos; el ejército se ocupó de disolver la manifestación y varios de los inconformes fueron aprehendidos en el palacio municipal, mientras que aquellos identificados como los líderes fueron enviados a la prisión federal de Islas Marías.[29] 

  1. El gobierno de Rodolfo Sánchez Taboada (1937-1944): de ejidos, colonos y Comités Pro-Estado

El 22 de febrero de 1937 se nombró como gobernador del Territorio Norte de Baja California a Rodolfo Sánchez Taboada. La designación vino acompañada de una reconfiguración del alcance de sus responsabilidades. El general Manuel J. Contreras fue nombrado comandante de la Segunda Zona Militar, con sede en Tijuana.[30] Anteriormente, el mandamás del Territorio Norte también asumía ese cargo, amén de su formación militar. Sin embargo, a Sánchez Taboada se le encomendó únicamente los asuntos del orden civil, en un intento de lavarle la cara a la esencia de la administración. Existe también la posibilidad de que Cárdenas usara a Contreras como una pieza de contención al poder del gobernador, en vista de las mediocres gestiones de sus antecesores. Sin embargo, el vínculo de cooperación existente entre ambos nos hace optar por la versión del discurso político.

 En cuestiones de reparto agrario, es relevante mencionar que se le otorgó a Sánchez Taboada el título de agente de colonización, como uno de los principales responsables de fomentar la llegada de campesinos mexicanos en busca de nuevos horizontes, y tierras fértiles para labrar. El interés de Cárdenas también radicaba en la ampliación del “corporativismo” mexicano, la aparición de un bloque campesino y obrero afín a su régimen. Desde 1936, se formaron organizaciones cívicas en Mexicali y Tijuana para “orquestar el apoyo popular y promover el programa federal” elaborado para el Territorio.[31] En 1940 surgiría un Comité Pro-Estado compuesto por funcionarios gubernamentales, colonos, ejidatarios y otros “elementos afines y agradecidos al gobierno federal”. Su presidente, Arturo M. Escandón, encabezó su reconstitución en 1944, agregándose otros efectivos en la región.[32] La existencia de estas organizaciones nos indica que existió algún grado de movilización política en torno a la certeza de que el proyecto cardenista consumaría el  deseo de la federalización.

Según Marco Antonio Samaniego, el reparto agrario es la muestra más clara de que el Estado corporativo cardenista se intentó imponer en Baja California. Este historiador también señala además un “desfase” entre la estructura ejidal-agraria que se promovió en la región y la dinámica económica preexistente.[33] Podemos hablar de una “tradición” turística en el sentido de que buena parte de la población dependió de los empleos y derrama monetaria que los casinos, cantinas y burdeles habían significado desde principios del siglo XX. Este “esfuerzo desde arriba” por cambiar dicho esquema resultó chocante entre los habitantes del Territorio, y las inconformidades no se hicieron esperar.

 A final de cuentas, el presidente Cárdenas no demoró mucho en trabajar con su nuevo paladín. En febrero de 1937 envió al Territorio a Gabino Vázquez, director del Departamento Agrario e impulsor del modelo ejidal en México. Vázquez arribó con un grupo de ingenieros a diagnosticar las condiciones de las zonas donde se pretendía ejecutar el reparto agrario a través de la aplicación de encuestas. Se formó así la Comisión Agraria Mixta, que dividió el Valle de Mexicali en tres zonas administrativas y procesó las solicitudes de tierras. De inmediato, procedieron a repartir las tierras de la CRLC en Mexicali y expropiar las del rancho de San Isidro Ajajolojol, en las inmediaciones de Tijuana, las de Moreno y Cía., en Rosarito, entre otras. A pesar de que se aseguró que no se afectaría la propiedad privada, sobre todo en el caso de los pequeños poseedores, las acciones indican que la política agraria fue más bien radical en sus primeros años. [34]

 El contrato de colonización firmado con la CRLC en abril de 1936 le comprometía a deslindar y fraccionar las 258 455 hectáreas que oficialmente poseía. Cada una se vendería a un precio de 80 pesos, liquidándose el monto de la deuda en cuatro años a razón de un interés no mayor a 4% anual. Sin embargo, para marzo de 1937 se habían procesado únicamente 8 contratos ante la Agencia de Agricultura del Territorio, arrojando un total de solamente 426 ha. Las autoridades federales y el gobernador del Territorio decidieron ajustar las medidas ante este comportamiento. El delegado agrario de Baja California, ingeniero Luis C. Alcérreca calculó que a los cinco mil trabajadores agrícolas del Valle se les podría dotar de 20 hectáreas por individuo. Para junio de 1937 ya se habían colectivizado 97 120 ha. de tierras de riego, por concepto de 38 ejidos en posesión provisional y 20 en definitiva, como el de Islas Agrarias en las tierras del Asalto de enero.[35]

Algunos de los primeros ejidos establecidos en Ensenada durante esta etapa fueron el Nacionalista (después renombrado Sánchez Taboada), el Ajusco, el Eréndira y el Uruapan. En el primero ya se habían en establecido en el Valle de Maneadero 206 agraristas hacia los primeros meses de 1937, firmándose el primer libro de asamblea el 31 de julio de 1938. Para la creación del segundo se aprovecharon las posesiones de la Compañía Boca de Playa, de capital estadounidense; las de Terrenos Nacionales y algunas hectáreas pertenecientes a Josefina Mendoza de Labastida y Francisco Fernández, por exceder sus terrenos del límite de inafectibilidad. Debido a que muchos de los peticionarios no reclamaron las tierras, se repatrió a campesinos del sur de California a sembrar trigo, maíz, frijol, papa, chile, vid y olivo en pequeñas proporciones, y a recibir un estímulo federal de dos pesos diarios.[36]

El Ejido Eréndira se conformó en el poblado de San Vicente del Mar con más de 40 familias repatriadas de San Fernando, California. El 1º de diciembre de 1937 presentaron la solicitud de tierras y debieron esperar hasta el 17 de agosto del año siguiente para obtener los títulos de propiedad. A pesar de que se auguró su éxito debido a la presencia del arroyo San Vicente y los beneficios de “la brisa del mar”, los 181 habitantes iniciales junto con los colonos rusos a los que se les permitió conservar sus parcelas, no lograron desarrollar los terrenos que les fueron entregados. Para 1943 solo permanecían 20 de los ejidatarios originales. El ejido Uruapan también tuvo un destino “trágico”. Se integraron a este por lo menos 136 personas provenientes del interior del país, que se habían desplazado junto con sus familias para trabajar en la construcción de la carretera Ensenada-San Felipe. Los terrenos utilizados para el cultivo de maíz y frijol y la siembra de árboles frutales fueron sometidos a parcelamiento individual en agosto de 1940, previa solicitud de los ejidatarios.[37]

Como se ve en los dos casos anteriores, el proceso de reparto ejidal no fue uno llano y sin sobresaltos. Se llevó a cabo entre buen número de fricciones y, a veces, mediante el uso discrecional de la fuerza. Las organizaciones agraristas con presencia en el Territorio, como la Confederación Nacional Campesina o el Frente Único Agrario del Valle de Maneadero (FUAVM) mantuvieron roces constantes con los pequeños propietarios de esencia callista y los grupos afines a la CROM. Víctor Gruel Sández ha señalado que Rodolfo Sánchez Taboada utilizó la violencia agraria en contra de estos para favorecer a los agraristas que darían sustento al Estado cardenista en Baja California. Al respecto, estudia el flujo de consecuencias que se desprenden del asesinato en enero de 1939 de Pablo González, delegado regional de la Unión de Veteranos de la Revolución Mexicana (UVRM), asociación de la “derecha radical secular”.[38]


5. Falsa coda (hacia 1952)

Hemos tratado de manera breve cómo el cardenismo fue tejiendo sus redes en el Territorio Norte con la intención de transformar las condiciones sociales y económicas de la región. Mientras que el estado posrevolucionario proseguía su construcción desde el Altiplano central, en Baja California se hacía frente a los efectos de la crisis mundial de 1929 y después a la que detonó la derogación de la Ley Volstead. Para Magaña, Gavira y Navarro Cortina no fue fácil romper la identificación con el callismo de las organizaciones político-obreras en el Territorio, puesto que debieron conjugar las demandas de una población impaciente por el reparto agrario con los lineamientos morales del gobierno federal.

La conocida leyenda negra tijuanense (y mexicalense, en parte) que se forjó durante las décadas de 1920 y 1930 no fue destruida por el movimiento cardenista, aunque sus planes y proyectos se orientaran a transformar de raíz el ritmo de vida local y regional, tan dependiente de la preferencia y capital estadounidense. La etapa más activa de la Segunda Guerra Mundial no contribuiría a ello, pues la instalación de una base naval en San Diego, a escasos kilómetros al norte, tuvo como efecto colateral las visitas de muchos marines a las zonas turísticas de Tijuana y Mexicali. Paralelamente, la región constituyó un punto de tránsito para los braceros mexicanos del interior, además de los que aportó el Territorio para su traslado a los campos estadounidenses. Esto repercutió en el incremento de la población y en una fuerte derrama económica por concepto del envío de remesas. La Guerra también contribuyó al crecimiento económico de Baja California porque la demanda de productos manufacturados y exportaciones agrícolas se mantuvo constante después de 1945 y hasta la década de 1960.[39]

Los dos indicadores de la profundidad de las transformaciones emprendidas por Rodolfo Sánchez Taboada son el incremento demográfico y el grado de desarrollo agrícola. Según el censo de 1950, en el aún Territorio vivían 222 967 personas, superando con creces el requisito de 80 000 pobladores para alcanzar la federalización. En contraste, para 1940 se contabilizaron 78 907, poco menos de la tercera parte. Más aún, de haber seguido el patrón de dicha década, la población en 1950 hubiera llegado solo a la cantidad de 123 309; este salto casi exponencial es atribuido directamente a la política de población diseñada durante el periodo de Lázaro Cárdenas e implementada por el gobernador Sánchez.[40]  En cuestión agrícola, la zona algodonera del Valle de Mexicali continuó siendo una de las más importantes del mundo, hasta experimentar un declive en la década de 1960. Aunque el modelo de tenencia de tierras sufrió modificaciones en toda la región, el éxito en las distintas zonas dependió de la disponibilidad de agua y la búsqueda de mercados en los cuales se pudiera vender lo producido.

 En términos de la instauración de un Estado “corporativo”, observamos que el cardenismo logró crear un bloque campesino fiel a la administración federal. Sin embargo, los criterios con los que se realiza esta evaluación son distintos a los que se emplean en otras regiones de México. Al no haber elecciones internas (estas iniciarían en 1952) se vuelve difícil demostrar el grado de afiliación hacia el PNR. En cambio, sí contamos con testimonios donde se vuelve patente cierto agradecimiento e identificación con este partido. Será hasta la conformación de la nueva entidad federativa que se registre un patrón electoral favorable hacia el PRI (que se prolongó hasta la victoria del panista Ernesto Ruffo Appel, en 1989), pero este proceso ya no corresponde a las estructuras políticas impulsadas por el presidente oriundo de Jiquilpan.

Para ahondar en el estudio de la conversión a estado de Baja California, debemos realizar nuevas preguntas en torno a los factores que la propiciaron. Una propuesta es el cuestionamiento del papel preponderante que la historiografía regional otorga al alemanismo. Tampoco se debe perder de vista que Lázaro Cárdenas no se desvinculó del Territorio una vez concluido su periodo de gobierno, ya que fue nombrado comandante del Pacífico mexicano durante la Segunda Guerra Mundial, apostándose en el puerto de Ensenada. Rodolfo Sánchez Taboada fue retirado de la gubernatura a finales de julio de 1944, en medio de un escándalo por el arresto de tres periodistas opositores en hechos suscitados en Tijuana.[41] En diciembre de 1946 fue nombrado presidente nacional del PRI, cargo que ocupó hasta 1952, es decir, mantuvo esa influyente posición durante toda la presidencia de Miguel Alemán. Tampoco se habría apartado mucho de Baja California; sería alguno de sus discípulos, como Castellanos, quien se encargaría de actuar para perpetuar su memoria, ahora plasmada en nombres de escuelas, aeropuertos y carreteras. El significado y trascendencia de su accionar político y social mantiene su calidad de terreno poco explorado.     




NOTAS

[1] Acervo Documental del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California (en adelante, AD-IIH-UABC) correspondiente al Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Documentos empleados por Milton Castellanos Everardo para colocar una estatua de Rodolfo Sánchez Taboada en Mexicali, 1963, Fondo Miscelánea, ref. IIH [1.30].

[2] “Taboada statue unveiled in Mexicali”. Calexico chronicle, 28 de marzo de 1963, p. 1. Disponible en: [https://cdnc.ucr.edu/?a=d&d=CC19630328.2.12&srpos=2&e=——-en–20-CC-1–txt-txIN-Rodolfo+Sanchez+Taboada——-1]

[3] Milton Castellanos Everardo, Del Grijalva al Colorado. Recuerdos y vivencias de un político. Mexicali: Universidad Autónoma de Baja California (UABC), Colección Baja California: Nuestra Historia, 2005, pp. 106-115.

[4] INAFED (Instituto para el Federalismo y el Desarrollo Municipal. “Acatzingo”. En Enciclopedia de los Municipios y Delegaciones de México. Estado de Puebla, 2010. Consultado el 6 de enero de 2020 en: http://www.inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM21puebla/municipios/21004a.html

[5] El dato de su educación básica en Secretaría de Marina Armada de México, Secretarios de Marina de 1941 hasta la fecha. México: Unidad de Historia y Cultura Naval, 2015, p. 18. La información acerca de su carrera militar durante la fase armada de la revolución en Lawrence Douglas Taylor Hansen, «Tightening the reins of control over the country’s borders. The role of Governor Rodolfo Sánchez Taboada in the implementation of the Plan Cardenista in Baja California». Meyibó, nueva época, núm. 2 (julio-diciembre 2010): pp. 96-98.

[6] Lázaro Cárdenas, Apuntes. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1973, vol. II, p. 598. Citado en Taylor, “Tightening the reins…”, p. 98.

[7] AD-IIH-UABC, AGN, Propuesta para que Baja California se convierta en estado y remoción de Rodolfo Sánchez Taboada en El imparcial, 1943, Fondo Manuel Ávila Camacho, ref. IIH [8.17].

[8] Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), Diccionario de generales de la Revolución. Tomo I, A-L. México: primera edición en formato electrónico, 2014: p. 191; Samuel León y González (coord.), “Cárdenas y la construcción del poder político”, en El cardenismo, 1932-1940. México: Centro de Investigación y Docencia Económicas, Fondo de Cultura Económica, 2010: pp. 15-16. 

[9] Samuel León y González, “Cárdenas y la construcción”, p. 16. La camarilla de los sonorenses revolucionarios fue “un grupo de orígenes culturales, de clase y territoriales similares, que sostuvieron relaciones de amistad y de parentesco ritual, actuaron de manera concertada […] en la reconstrucción y fortalecimiento del Estado” posrevolucionario, pues “no solo fueron hombres de negocios guiados por el lucro y el beneficio comercial, también tuvieron ideales e impulsaron proyectos sociales, económicos y culturales”. Más sobre esta interpretación en José Alfredo Gómez Estrada, Lealtades divididas. Camarillas y poder en México, 1913-1932. México: Instituto Mora, Universidad Autónoma de Baja California, 2012: p. 17 y ss.

[10] Samuel León y González, “Cárdenas y la construcción”, p. 17

[11] Eitan Ginzberg, Lázaro Cárdenas. Gobernador de Michoacán (1928-1932). Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacán, IIH-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1999: pp. 59 y 60.

[12] Taylor, “Tightening the reins…”, p. 98.

[13] Castellanos Everardo, Del Grijalva…,pp. 107-108; Taylor, “Tightening…”, p. 98-99.

[14] Arturo Anguiano, El Estado y la política obrera del cardenismo. México: Ediciones Era, 1975: p. 47.

[15] Luis Aboites y Engracia Loyo, “La construcción del nuevo Estado, 1920-1945”, en Érik Velásquez García et al., Historia general de México ilustrada, volumen II. México: El Colegio de México, Cámara de Diputados, 2010: p. 236.

[16] Carlos Sola Ayape y Fernanda Sotelo Fuentes,” En defensa de la Revolución y la democracia en México. Vicente Lombardo Toledano y el periódico El Popular ante el desafío del fascismo internacional”. Boletín del Archivo General de la Nación, novena época, año 1 (septiembre-diciembre 2019): p. 130.

[17] Anguiano, “El Estado…”, p. 46.

[18] Javier Mac Gregor Campuzano, “El nuevo presidencialismo, corporaciones y partidos políticos durante el cardenismo”. En León y González, El cardenismo…, p. 332.

[19] José Alfredo Gómez Estrada, Gobierno y casinos. El origen de la riqueza de Abelardo L. Rodríguez. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, UABC (2da. edición), 2007: pp. 71; 73-75.

[20] Lawrence Taylor, “La transformación de Baja California en estado”. Estudios fronterizos, vol. 1, núm. 1 (2000): p. 61.

[21] Marco Antonio Samaniego López (coord.), “La emergencia de la crisis económica y los nuevos actores económicos, 1930-1935. Los años del Maximato”. En Ensenada. Nuevas aportaciones para su Historia (Mexicali: Universidad Autónoma de Baja California, IIH-UABC, 1999): pp. 607-610.

[22] Samaniego López (coord.), “El Cardenismo en Ensenada: el establecimiento del Estado corporativo”, en Ensenada. Nuevas aportaciones…, p. 640.

[23] INEHRM, Diccionario de generales… Tomo II, M-L, pp. 601-602.

[24] Norma del Carmen Cruz González “El poblamiento de Baja California y la influencia de la política de población en el periodo cardenista”, en Estudios fronterizos, v. 8, n. 16 (jul-dic 2007): p. 109.

[25] Lázaro Cárdenas del Río, “Exposición del presidente de la república sobre la reconstrucción integral de los territorios de Baja California y Quintana Roo, en México, D.F.”, 28 de septiembre de 1936, en Palabras y documentos públicos de Lázaro Cárdenas, 1928-1940, (México: Siglo XXI, v. I, 1978). Citado en Lawrence Taylor, «La transformación…” (2000). p. 66.

[26] INEHRM, Diccionario de generales… Tomo I, A-L, pp. 424-426.

[27] Samaniego López (coord.), “El Cardenismo en Ensenada: el establecimiento del Estado corporativo”, en Ensenada. Nuevas aportaciones…, pp. 642-644; Lawrence Taylor, “El papel de los Comités Pro-Estado en la creación del Estado de Baja California”, Región y sociedad, vol. XI, no. 17 (1999): p. 91.

[28] Dorothy P. Kerig, El valle de Mexicali y la Colorado River Land Company. 1902-1946. Mexicali, UABC, Colección Baja California: Nuestra Historia, 2001, pp. 274-276; Taylor, “Tightening…”, p. 103.

[29] Yolanda Sánchez Ogás, El reparto agrario en el Valle de Mexicali. Mexicali: Bajacalifornianos por la Divulgación de las Historias Regionales (Dhiré), 2010, pp. 13-16. Disponible en [https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=sites&srcid=ZGVmYXVsdGRvbWFpbnxkb2N0b3NkaGlyZXxneDo3MTc3NjA0NTJkZTJkNTEz]

[30] AD-IIH-UABC, AGN, Nombramiento de Rodolfo Sánchez Taboada como gobernador y Manuel J. Contreras como comandante de la II Zona Militar, 1937-1940, Fondo Dirección General de Gobierno, ref. IIH [14.47].

[31] Kerig, El valle…, p. 278.

[32] Taylor, “El papel…”, pp. 96-97.

[33] Samaniego, “El cardenismo en Ensenada…”, p. 662.

[34] Taylor, “Tightening…”, p. 107; “Private property to be protected states governor”, Calexico chronicle, 4 de marzo de 1937, p. 1.

[35] Celso Aguirre Bernal, “La mexicanización del Valle de Mexicali”. David Piñera Ramírez (coord.), Panorama histórico de Baja California. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Autónoma de Baja California, Centro de Investigaciones Históricas, 1983: pp. 490-496.

[36] Fernando Escobedo Camacho, Ejido Nacionalista de Sánchez Taboada. Una historia de éxito. Ensenada, edición del autor, 2016: p. 13. Disponible en: [https://issuu.com/emeestudio/docs/ejido_nacionalista_de_sanchez_taboa]; Samaniego, “El cardenismo en Ensenada…”, p. 663.

[37] Samaniego, “El cardenismo en Ensenada…”, pp. 663-667.

[38] El autor recupera esta última denominación de Ricardo Pérez Montfort. Véase Víctor M. Gruel Sández, “La muerte de Pablo González. Violencia agraria en Maneadero, 1937-1939”, en Meyibó. Nueva Época, núm. 6 (julio-diciembre 2012): p. 86.

[39] Taylor, «La transformación…”, p. 76.

[40] Dicha atribución, además de los cálculos y predicciones, provienen de Cruz González, “El poblamiento…”, pp. 116-117. Una perspectiva de mayor alcance temporal y comparativa con el estado de California, EE.UU., en David Piñera Ramírez, Jaimes Martínez y Espinoza Meléndez, “Trayectorias demográficas de Baja California y California, 1900-2000. Contrastes y paralelismos”. Estudios fronterizos, v. 16, no. 13 (jul-dic 2012).

[41] Calexico Chronicle, 3 de agosto de 1944, p. 1.


FUENTES.

Archivos
Acervo Documental del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, Tijuana, B.C., México

Hemerografía

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Bibliografía

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